lunes, 10 de noviembre de 2008

DECLARACION FINAL FORO CATOLICO-MUSULMAN

DECLARACION FINAL FORO CATOLICO-MUSULMAN

 

CIUDAD DEL VATICANO, 7 NOV 2008 (VIS).-Ayer por la tarde se hizo pública la declaración final de los participantes en el primer Seminario del Foro Católico-Musulmán, que se celebró del 4 al 6 de noviembre en Roma y cuyo tema fue: “Amor a Dios, amor al prójimo".

 

  Los 24 participantes y cinco consejeros de cada religión discutieron en estos días sobre dos grandes temas: "Fundamentos Teológicos y Espirituales" y "Dignidad Humana y Respeto Mutuo". “Los puntos de semejanza y de diversidad reflejaron el distinto genio específico de las dos religiones”, se lee en la declaración.

 

1. “Para los cristianos la fuente y el ejemplo de amor de Dios y al prójimo son el amor de Cristo hacia su Padre, hacia la humanidad y hacia cada persona. (...) El amor al prójimo no puede separarse del amor a Dios, porque es una expresión de nuestro amor hacia Dios. (...) Profundamente enraizado en el amor expiatorio de Cristo, el amor cristiano es misericordioso y no excluye a nadie; esto también incluye a los propios enemigos”.

 

  “Para los musulmanes, (...) el amor es un poder eterno trascendente que dirige y transforma el respeto humano mutuo. Este amor, como indicó el Profeta Santo y Amado Mahoma, es anterior al amor humano hacia el Dios Verdadero”.

 

2. “La vida humana es el regalo más precioso de Dios a cada persona. Por lo tanto debería ser preservada y honrada en todas sus etapas”.

 

3. “La dignidad humana deriva del hecho de que cada persona ha sido creada por un Dios que ama. (...) La persona requiere el respeto de su dignidad original y su vocación humana. Por lo tanto, él o ella tienen derecho al reconocimiento pleno de su identidad y libertad por parte de individuos, comunidades y gobiernos, apoyados por una legislación civil que asegure la igualdad de derechos y la plena ciudadanía”.

 

4. “Afirmamos que la creación de la humanidad por parte de Dios tiene dos grandes aspectos: la persona humana, la masculina y la femenina, y nos comprometemos conjuntamente a asegurar que la dignidad humana y el respeto se extienda hacia una igualdad básica entre hombres y mujeres”.

 

5. “El amor genuino al prójimo implica el respeto de la persona y a sus opciones en asuntos de conciencia y religión. Esto incluye el derecho de individuos y comunidades para practicar su religión en privado y en público”.

 

6. “Las minorías religiosas tienen derecho a ser respetadas en sus propias convicciones y prácticas religiosas. También tienen derecho a sus propios lugares de adoración, y sus figuras y símbolos fundamentales que consideran sagrados no deberían ser sujetos a ninguna forma de burla o ridículo”.

 

7. “Como creyentes católicos y musulmanes, somos conscientes de la necesidad y el deber de testimoniar la dimensión trascendente de la vida, a través de una espiritualidad alimentada por la oración, en un mundo cada vez más secularizado y materialista.

 

8. “Afirmamos que ninguna religión ni sus seguidores deberían ser excluidos de la sociedad. Cada uno debería ser capaz de aportar su contribución indispensable al bien de la sociedad, sobre todo en el servicio al más necesitado”.

 

9. “Reconocemos que la creación de Dios en su pluralidad de culturas, civilizaciones, lenguas y pueblos es una fuente de riqueza y por lo tanto nunca debería convertirse en causa de tensión y conflicto”.

 

10. “Estamos convencidos de que católicos y musulmanes tienen el deber de proporcionar una sana educación en valores humanos, cívicos, religiosos y morales a sus miembros respectivos y promover información exacta sobre las distintas religiones”.

 

11. “Creemos que católicos y musulmanes estamos llamados a ser instrumentos de amor y armonía entre creyentes, y para la humanidad en general, renunciando a cualquier tipo de opresión, violencia agresiva y terrorismo, sobre todo cuando se llevan a cabo en nombre de la religión, y manteniendo el principio de justicia para todos”.

 

12. “Apelamos a los creyentes a que trabajen por un sistema financiero ético en el cual los mecanismos reguladores tengan en cuenta la situación de los pobres y desheredados, tanto individuos, como naciones endeudadas. Apelamos al primer mundo a tener en cuenta la grave situación de aquellos afligidos más gravemente por la actual crisis en la producción de alimentos y su distribución, y pedimos a los creyentes de todas las religiones y a las personas de buena voluntad que trabajen juntos para aliviar el sufrimiento de los hambrientos, y eliminar sus causas.

 

 13. “Los jóvenes son el futuro de las comunidades religiosas y de las sociedades en su conjunto. Vivirán cada vez más en sociedades multiculturales y multirreligiosas. Es esencial que sean bien formados en sus propias tradiciones religiosas y bien informados sobre otras culturas y religiones”.

 

14. “Estamos de acuerdo en explorar la posibilidad de establecer un comité permanente católico-musulmán para coordinar respuestas a conflictos y otras situaciones de emergencia”.

 

15. “Esperamos con ilusión el segundo Seminario del Foro Católico musulmán, que será convocado aproximadamente dentro de dos años en un país de mayoría musulmana aún por determinar”.

 

  La declaración termina afirmando que “todos los presentes expresaron su satisfacción por los resultados del Seminario y sus expectativas de un diálogo productivo ulterior”.

OP/DECLARACION CATOLICOS:MUSULMANES/...            VIS 081107 (860)

 

Carta de la Conferencia del Episcopado Mexicano al Lic. Felipe Calderón Hinojosa

 

cid:image002.jpg@01C93F68.78E7B6D0

 

 

Ciudad de México, 5 de noviembre del 2008.

 

 

 

 

"Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en Mí, aunque haya muerto vivirá, y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre" (Jn 11, 25)

 

 

 

Lic. Felipe Calderón Hinojosa

Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Presente.

 

 

Estimado Sr. Presidente:

 

Los Obispos de México al enterarnos del trágico accidente ocurrido la tarde del 4 de noviembre, donde fallecieron algunos de sus más cercanos colaboradores, queremos manifestarle nuestra cercanía y aprecio en estos difíciles momentos.

 

La ausencia del Secretario de Gobernación, hombre de visión y futuro, como Usted lo ha expresado, si bien deja un vacío importante, llevará a redoblar el esfuerzo que su Gobierno emprendió en la transformación de un México donde la justicia y la paz sean el camino por el que transitemos todos.

 

Los esfuerzos que Usted y su Gobierno vienen realizando para hacer de México un país seguro, estable y soberano, no se detendrán por ninguna circunstancia adversa que pueda ocurrir; por el contrario, hoy más que nunca los mexicanos estamos con Usted.

 

El Episcopado mexicano manifiesta su plena confianza en las Instituciones del Estado que son  garantía de estabilidad en los cambios que se han venido propiciando.

 

Elevamos nuestra súplica al Señor Jesús y a la Virgen de Guadalupe por el eterno descanso de Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación; José Luis Santiago Vasconcelos, Secretario Técnico para la aplicación de las Reformas Judiciales; Miguel Monterrubio, Vocero de la Secretaría de Gobernación; Norma Díaz, Directora de Relaciones Publicas de la Presidencia de la República; Arcadio Echeverría Lanz, Coordinador de eventos de la Secretaria de Gobernación; Julio César Ramírez Dávalos, Capitán; Álvaro Sánchez, Copiloto; y Giselle Carrillo, sobrecargo; y por las demás personas fallecidas en tan grave percance. Pedimos consuelo y fortaleza para sus familiares y amigos.

 

Desde nuestra fe y esperanza cristiana, proclamamos la vida en Cristo, y por ello, estamos seguros que Dios, Padre Misericordioso, los ha recibido en su seno, donde un día nos uniremos todos al banquete eterno que el Señor Resucitado nos tiene preparado.

 

Reciba nuestro sincero saludo y bendición.

 

Por los Obispos de México.

 

 

+Carlos Aguiar Retes
Obispo de Texcoco
Presidente de la CEM

+José Leopoldo González González
Obispo Auxiliar de Guadalajara
Secretario General de la CEM

 

 

 

© 2008 CEM :: CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO - www.cem.org.mx

 

 

jueves, 6 de noviembre de 2008

LA SANTA MISA COMO MEDIO DE SANTIFICACIÓN

LA SANTA MISA COMO MEDIO DE SANTIFICACIÓN

Nociones previas

Recordemos en primer lugar algunas nociones dogmáticas.

1ª. La santa misa es sustancialmente el mismo sacrificio de la cruz, con todo su valor infinito: la misma Víctima, la misma oblación, el mismo Sacerdote principal. No hay entre ellos más que una diferencia accidental: el modo de realizarse (cruento en la cruz, incruento en el altar). Así lo declaró la Iglesia en el concilio Tridentino. (1)
2ª La santa misa, como verdadero sacrificio que es, rea­liza propísimamente las cuatro finalidades del mismo: ado­ración, reparación, petición y acción de gracias (D 948 y 950).
3ª El valor de la misa es en sí mismo rigurosamente in­finito. Pero sus efectos, en cuanto dependen de nosotros, no se nos aplican sino en la medida de nuestras disposiciones in­teriores.

Fines y efectos de la santa misa

La santa misa, como reproducción que es del sacrificio redentor, tiene los mismos fines y produce los mismos efectos que el sacrificio de la cruz. Son los mismos que los del sacrificio en general como acto supremo de religión, pero en grado incomparablemente superior. Helos aquí:

1º ADORACIÓN. -El sacrificio de la misa rinde a Dios una adoración absolutamente digna de El, rigurosamente infinita. Este efecto lo produce siempre, infaliblemente, ex opere ope rato, aunque celebre la misa un sacerdote indigno y en pecado mortal. La razón es porque este valor latréutico o de adoración depende de la dignidad infinita del Sacerdote principal que lo ofrece y del valor de la Víctima ofrecida.

Recuérdese el ansia atormentadora de glorificar a Dios que experimentaban los santos. Con una sola misa podían apagar para siempre su sed. Con ella le damos a Dios todo el honor que se le debe en reconocimiento de su soberana grandeza y su­premo dominio; y esto del modo más perfecto posible, en grado rigurosamente infinito. Por razón del Sacerdote principal y de la Víctima ofrecida, una sola misa glorifica más a Dios que le glorificarán en el cielo por toda la eternidad todos los ángeles y santos y bienaventurados juntos, incluyendo a la misma Santísima Virgen María, Madre de Dios. La razón es muy sencilla: la gloria que proporcionarán a Dios durante toda la eternidad todas las criaturas juntas será todo lo grande que se quiera, pero no infinita, porque no puede serlo. Ahora bien: la gloria que Dios recibe a través del sacrificio de la misa es absoluta y ri­gurosamente infinita.

En retorno de esta incomparable glorificación, Dios se in­clina amorosamente a sus criaturas. De ahí procede el inmenso valor de santificación que encierra para nosotros el santo sacrificio del altar.

Consecuencia. -¡Qué tesoro el de la santa misa! ¡Y pensar que muchos cristianos-la mayor parte de las personas devotas no han caído todavía en la cuenta de ello, y prefieren sus prácticas rutinarias de devoción a su incorporación a este sublime sacrificio, que constituye el acto principal de la reli­gión y del culto católico!

2º REPARACIÓN. -Después de la adoración, ningún otro deber más apremiante para con el Creador que el de reparar las ofensas que de nosotros ha recibido. Y también en este sentido el valor de la santa misa es absolutamente incomparable, ya que con ella ofrecemos al Padre la reparación infinita de Cristo con toda su eficacia redentora.

«En el día, está la tierra inundada por el pecado; la impiedad e inmoralidad no perdonan cosa alguna. ¿Por qué no nos castiga Dios? Porque cada día, cada hora, el Hijo de Dios, inmolado en el altar, aplaca la ira de su Padre y desarma su brazo pronto a castigar.

Innumerables son las chispas que brotan de las chimeneas de los buques; sin embargo, no causan incendios, porque caen al mar y son apagadas por el agua. Sin cuento son también los crímenes que a diario suben de la tierra y claman venganza ante el trono de Dios; esto no obstante, merced a la virtud reconciliadora de la misa, se anegan en el mar de la misericordia divina...» (2)

Claro que este efecto no se nos aplica en toda su plenitud infinita (bastaría una sola misa para reparar, con gran sobre­abundancia, todos los pecados del mundo y liberar de sus penas a todas las almas del purgatorio), sino en grado limitado y finito según nuestras disposiciones. Pero con todo:

a) Nos alcanza de suyo ex opere operato, si no le ponemos obstáculos-la gracia actual, necesaria para el arrepenti­miento de nuestros pecados (3). Lo enseña expresamente el concilio de Trento: «Huius quippe oblatione placatus Dominus, gratiam et donum paenitentiae concedens, crimina et peccata etiam ingentia dimittit» (D 940).

Consecuencia. -Nada puede hacerse más eficaz para obtener de Dios la conversión de un pecador como ofrecer por esa intención el santo sacrificio de la misa, rogando al mismo tiempo al Señor quite del corazón del pecador los obstáculos para la obtención infalible de esa gracia.

b) Remite siempre, infaliblemente si no se le pone obs­táculo, parte al menos de la pena temporal que había que pagar por los pecados en este mundo o en el otro. De ahí que la santa misa aproveche también (D 940 Y 950). El grado y medida de esta remisión depende de nuestras disposiciones. (4)

Consecuencias.-Ningún sufragio aprovecha tan eficazmente a las almas del purgatorio como la aplicación del santo sacrificio de la misa. Y ninguna otra penitencia sacramental pueden imponer los confesores a sus penitentes cuyo valor satisfactorio pueda compararse de suyo al de una sola misa ofre­cida a Dios. ¡Qué dulce purgatorio puede ser para el alma la santa misa!

3º PETICIÓN. -«Nuestra indigencia es inmensa; necesitamos continuamente luz, fortaleza, consuelo. Todo esto lo encontramos en la misa. Allí está, en efecto, Aquel que dijo: «Yo soy la luz del mundo, yo soy el camino, yo soy la verdad, yo soy la vida. Venid a mí los que sufrís, y yo os aliviaré. Si alguno viene a mí, no lo rechazaré» (5).

Y Cristo se ofrece en la santa misa al Padre para obtener­nos, por el mérito infinito de su oblación, todas las gracias de vida divina que necesitamos. Allí está «siempre vivo intercediendo por nosotros» (Hebr 7, 25), apoyando con sus méritos infinitos nuestras súplicas y peticiones. Por eso, la fuerza impetratoria de la santa misa es incomparable. De suyo ex opere operato, infalible e inmediatamente mueve a Dios a conceder a los hombres todas cuantas gracias necesiten, sin ninguna excepción; si bien la colación efectiva de esas gracias se mide por el grado de nuestras disposiciones, y hasta puede frustrarse totalmente por el obstáculo voluntario que le pongan las cria­turas.

«La razón es que la influencia de una causa universal no tiene más límites que la capacidad del sujeto que la recibe. Así, el sol alumbra y da calor lo mismo a una persona que a mil que estén en una plaza. Ahora bien: el sacrificio de la misa, por ser sustancialmente el mismo que el de la cruz, es, en cuanto a reparación y súplica, causa universal de las gracias de ilumina­ción, atracción y fortaleza. Su influencia sobre nosotros no está, pues, limitada sino por las disposiciones y el fervor de quienes las reciben. Así, una sola misa puede aprovechar tanto a un gran número de personas como a una sola; de la misma manera que el sacrificio de la cruz aprovechó al buen ladrón lo mismo que si por él solo se hubiese realizado. Si el sol ilumina lo mismo a una que a mil personas, la influencia de esta fuente de calor y fervor espiritual como es la misa, no es menos eficaz en el orden de la gracia. Cuanto es mayor la fe, confianza, religión y amor con que se asiste a ella, mayores !
son los frutos que en las almas produce».

Al incorporarla a la santa misa, nuestra oración no sola­mente entra en el río caudaloso de las oraciones litúrgicas -que ya le daría una dignidad y eficacia especial ex opere operantis Ecclesiae-, sino que se confunde con la oración infinita de Cristo. El Padre le escucha siempre: «yo sé que siem­pre me escuchas» (Io 11, 42), y en atención a El nos concederá a nosotros todo cuanto necesitemos.

Consecuencia. -No hay novena ni triduo que se pueda comparar a la eficacia impetratoria de una sola misa. ¡Cuánta desorientación entre los fieles en torno al valor objetivo de las cosas! Lo que no obtengamos con la santa misa, jamás lo obtendremos con ningún otro procedimiento. Está muy bien el empleo de esos otros procedimientos bendecidos y aprobados por la Iglesia; es indudable que Dios concede muchas gracias a través de ellos; pero coloquemos cada cosa en su lugar. La misa por encima de todo.

4° ACCIÓN DE GRACIAS. -Los inmensos beneficios de or­den natural y sobrenatural que hemos recibido de Dios nos han hecho contraer para con El una deuda infinita de gratitud. La eternidad entera resultaría impotente para saldar esa deuda si no contáramos con otros medios qué los que por nuestra cuenta pudiéramos ofrecerle. Pero está a nuestra disposición un procedimiento para liquidarla totalmente con infinito saldo a nuestro favor: el santo sacrificio de la misa. Por, ella ofrecemos al Padre un sacrificio eucarístico, o de acción de gracias, que supera nuestra deuda, rebasándola infinitamente; porque es el mismo Cristo quien se inmola por nosotros y en nuestro lugar da gracias a Dios por sus inmensos beneficios. Y, a la vez, es una fuente de nuevas gracias, porque al bienhechor le gusta ser correspondido.

Este efecto eucarístico, o de acción de gracias, lo produce la santa misa por sí misma: siempre, infaliblemente, ex opere operato, independientemente de nuestras disposiciones.

***

Tales son, a grandes rasgos, las riquezas infinitas encerradas en la santa misa. Por eso, los santos, iluminados por Dios, la tenían en grandísimo aprecio. Era el centro de su vida, la fuente de su espiritualidad, el sol resplandeciente alrededor del cual giraban todas sus actividades. El santo Cura de Ars hablaba con tal fervor y convicción de la excelencia de la santa misa, que llegó a conseguir que casi todos sus feligreses la oyeran diariamente.

Pero para obtener de, su celebración o participación el má­ximo rendimiento santificador es preciso insistir en las dispo­siciones necesarias por parte del sacerdote que la celebra o del simple fiel que la sigue en compañía de toda la asamblea.

Disposiciones para el santo sacrificio de la misa.

Alguien ha dicho que para celebrar o participar dignamente en una sola misa harían falta tres eternidades: una para prepararse, otra para celebrarla o participar en ella y otra para dar gracias. Sin llegar a tanto como esto, es cierto que toda preparación será poca por diligente y fervorosa que sea.

Las principales disposiciones son de dos clases: externas e internas.

a) Externas.-Para el sacerdote consistirán en el perfecto cumplimiento de las rúbricas y ceremonias que la Iglesia le señala. Para el simple fiel, en el respeto, modestia y atención con que debe participar activamente en ella.

b) Internas.-La mejor de todas es identificarse con Je­sucristo, que se inmola en el altar. Ofrecerle al Padre y ofre­cerse a sí mismo en El, con El y por El. Esta es la hora de pe­dirle que nos convierta en pan, para ser comidos por nuestros hermanos con nuestra entrega total por la caridad. Unión íntima con María al pie de la cruz; con San Juan, el discípulo amado; con el sacerdote celebrante, nuevo Cristo en la tierra («Cristo otra vez», gusta decir un alma iluminada por Dios). Unión a todas las misas que se celebran en el mundo entero. No pidamos nunca nada a Dios sin añadir como precio infinito de la gracia que anhelamos: «Señor, por la sangre adorable de Jesús, que en este momento está elevando en su cáliz un sacer­dote católico en algún rincón del mundo». (7)

La santa misa celebrada o participada con estas disposiciones es un instrumento de santificación de primerísima categoría, sin duda alguna el más importante de todos.


Antonio Royo Marín O.P.
Teología de la Perfección Cristiana

 

NOTAS:

(1) Una enim eademque est hostia, idem nunc offerens sacerdotum ministerio, qui se in cruce obtuft, sola offerendi ratione diversa (D 940)

(2) ARAMi, Vive tu vida c.21.

(3) Nótese bien que nos referimos a la gracia actual, no a la habitual, que es fruto del arrepentimiento perfecto y de la absolución sacramental.

(4) Al menos en lo relativo a las penas debidas por los pecados propios. Porque, en lo relativo al grado de descuento a las almas del purgatorio, es lo más probable que ex opere operato dependa Cínicamente de la voluntad de Dios, aunque ex opere operantis ayude tam­bién mucho la devoción. del que dice la misa o del que la encargó (cf. 111,79,5; Suppl. 71,9 ad 3 et 5).

(5) Dom COLUMBA MARMION, Jesucristo, vida del alma c.7 n.4.

(6) GARRIGOU-LAGRANGE, Tres edades 11,14.

(7) Siendo más de cuatrocientos mil los sacerdotes católicos existentes actualmente en el mundo, y celebrando una sola misa diaria cada uno de ellos, resulta un total de cinco eleva­ ciones por segundo aproximadamente. Claro que la distribución del clero católico no es uni­ forme en todo el mundo, y regiones habrá donde las misas sean muchas más y en otras mu­chas menos en igualdad de tiempo.

FORO CATOLICO MUSULMAN: SUPERAR PREJUICIOS PASADOS

FORO CATOLICO MUSULMAN: SUPERAR PREJUICIOS PASADOS

 

CIUDAD DEL VATICANO, 6 NOV 2008 (VIS).-Benedicto XVI recibió esta mañana en el Vaticano a los participantes en el primer Foro Católico Musulmán, organizado por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y los representantes de las 138 personalidades musulmanas que firmaron la Carta abierta a los líderes religiosos cristianos el 13 de octubre de 2007.

 

  El Papa comentó que esa carta "ha recibido numerosas respuestas e incentivado el diálogo, dando lugar a iniciativas y reuniones específicas encaminadas a conocernos mejor y a potenciar la estima por los valores que compartimos. (...) El gran interés que este seminario ha despertado nos asegura que los análisis y los datos positivos que surgen del diálogo entre cristianos y musulmanes no se limitan a un pequeño grupo de expertos y eruditos, sino que constituyen un legado inapreciable puesto al servicio de todos".

 

  El tema del Foro "Amor a Dios, amor al prójimo: la dignidad de la persona humana y el respeto mutuo", prosiguió el Santo Padre, "subraya todavía más los fundamentos teológicos y espirituales de una enseñanza central en nuestras respectivas religiones. (...) Estamos llamados a compartir con los otros el amor que Dios derrama sobre nosotros sin mérito por nuestra parte".

 

  "Me agrada saber que en la reunión -prosiguió- se ha podido adoptar una postura común sobre la necesidad de adorar a Dios y de amar a nuestro prójimo, hombres y mujeres, desinteresadamente, sobre todo a aquellos en dificultad. Dios nos llama a ayudar a las víctimas de la enfermedad, del hambre, de la pobreza, la injusticia y la violencia".

 

  "Para los cristianos, el amor de Dios está ligado de forma inseparable al amor a (...) todos los hombres y mujeres, sin distinción de raza o cultura. (...) La tradición musulmana es también muy precisa al alentar al compromiso práctico en favor de los más necesitados. (...) Por eso, deberíamos cooperar en la promoción del respeto auténtico de la dignidad de la persona humana y de sus derechos fundamentales, aun cuando nuestras visiones antropológicas y nuestras teologías lo justifiquen de formas diferentes. Hay un sector amplísimo en el que podemos trabajar juntos: la defensa y la promoción de los valores morales que son parte de nuestra herencia común".

 

  "Solo si reconocemos el papel central de la  persona y la dignidad de cada ser humano, respetando y defendiendo la vida, que es un don de Dios, igualmente sagrado para los cristianos y para los musulmanes, encontraremos los puntos en común para construir un mundo más fraternal en el que las confrontaciones y las diferencias se arreglen pacíficamente y se neutralice el poder devastador de las ideologías".

 

  "Mi esperanza -subrayó el Santo Padre- es que la protección de estos derechos fundamentales alcance a las personas en todos los lugares. Los líderes políticos y religiosos tienen el deber de garantizar el libre ejercicio de estos derechos respetando plenamente la libertad de conciencia y de religión de cada individuo. La discriminación y la violencia a la que todavía están sometidos los creyentes en el mundo y las persecuciones, a menudo violentas, a las que se ven sujetos, son acciones inaceptables e injustificables, y son más graves y deplorables cuando se llevan a cabo en nombre de Dios".

 

  "El nombre de Dios sólo puede ser un nombre de paz y fraternidad, justicia y amor. Estamos retados a demostrar, con nuestras palabras y por encima de todo con nuestros hechos, que el mensaje de nuestras religiones es indefectiblemente un mensaje de armonía y de entendimiento mutuo. Es esencial que lo hagamos, porque de lo contrario debilitaríamos no solo la credibilidad y la eficacia de nuestro diálogo, sino también nuestras religiones".

 

  "Aunemos nuestros esfuerzos -concluyó el pontífice- (...) para superar todos los malentendidos y desacuerdos. Tenemos que decidirnos a superar los prejuicios pasados y a corregir la percepción, a menudo distorsionada del otro, que pueden crear todavía hoy dificultades en nuestras relaciones. Trabajemos juntos para educar a todas las personas, sobre todo a los jóvenes, en la construcción de un futuro común".

AC/FORO CATOLICO MUSULMAN/...                                                  VIS 081106 (670)

martes, 4 de noviembre de 2008

San Carlos Borromeo, obispo

San Carlos Borromeo, obispo

Día 4 de Noviembre

 

Hoy es la memoria de San Carlos Borromeo, el santo obispo de Milán, sobrino de Pío IV, que lo nombró cardenal y le confió el cuidado pastoral de la célebre diócesis de Milán como sucesor de san Ambrosio.

 

He aquí lo que dice la Liturgia de las Horas:

 

Nació en Arona (Lombardía) el año 1538; después de haberse graduado en ambos derechos, fue agregado al colegio cardenalicio por su tío Pío IV y nombrado obispo de Milán. Fue un verdadero pastor de su grey; visitó varias veces toda su diócesis, convocó sínodos, decretó muchas disposiciones orientadas a la salvación de las almas y fomentó en gran manera las costumbres cristianas. Murió el día 3 de noviembre del año 1584.

 

 

 

Hoy me impactó notablemente la segunda lectura del Oficio, que presenta una cuestionante homilía, por eso la transcribo íntegra, espacialmente para quienes no tienen los cuatro tomos de la Liturgia de las Horas.

 

Sermón del santo en el último sínodo que convocó (Acta Ecclesiae Mediolanensis, Milán 1599, 1177-1178), de San Carlos Borromeo

 

Todos somos débiles, lo admito, pero el Señor ha puesto en nuestras manos los medios con que poder ayudar fácilmente, si queremos, esta debilidad. Algún sacerdote querría tener aquella integridad de vida que sabe se le demanda, querría ser continente y vivir una vida angélica, como exige su condición, pero no piensa en emplear los medios requeridos para ello: ayunar, orar, evitar el trato con los malos y las familiaridades dañinas y peligrosas.

 

Algún otro se queja de que, cuando va a salmodiar o a celebrar la misa, al momento le acuden a la mente mil cosas que lo distraen de Dios; pero éste, antes de ir al coro o a celebrar la misa, ¿qué ha hecho en la sacristía, cómo se ha preparado, qué medios ha puesto en práctica para mantener la atención?

 

¿Quieres que te enseñe cómo irás progresando en la virtud y, si ya estuviste atento en el coro, cómo la próxima vez lo estarás más aún y tu culto será más agradable a Dios? Oye lo que voy a decirte. Si ya arde en ti el fuego del amor divino, por pequeño que éste sea, no lo saques fuera en seguida, no lo expongas al viento, mantén el fogón protegido para que no se enfríe y pierda el calor; esto es, aparta cuanto puedas las distracciones, conserva el recogimiento, evita las conversaciones inútiles.

 

¿Estás dedicado a la predicación y la enseñanza? Estudia y ocúpate en todo lo necesario para el recto ejercicio de este cargo; procura antes que todo predicar con tu vida y costumbres, no sea que, al ver que una cosa es lo que dices y otra lo que haces, se burlen de tus palabras meneando la cabeza.

 

¿Ejerces la cura de almas? No por ello olvides la cura de ti mismo, ni te entregues tan pródigamente a los demás que no quede para ti nada de ti mismo; porque es necesario, ciertamente, que te acuerdes de las almas a cuyo frente estás, pero no de manera que te olvides de ti.

 

Sabedlo, hermanos, nada es tan necesario para los clérigos como la oración mental; ella debe preceder, acompañar y seguir nuestras acciones: Salmodiaré -dice el salmista- y entenderé. Si administras los sacramentos, hermano, medita lo que haces; si celebras la misa, medita lo que ofreces; si salmodias en el coro, medita a quién hablas y qué es lo que hablas; si diriges las almas, medita con qué sangre han sido lavadas, y así todo lo que hagáis, que sea con amor; así venceremos fácilmente las innumerables dificultades que inevitablemente experimentamos cada día (ya que esto forma parte de nuestra condición); así tendremos fuerzas para dar a luz a Cristo en nosotros y en los demás.

 

* * * * * * *

 

R/. Practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Prescribe estas y enséñalas; sé un modelo para los fieles.

V/. Si propones estas cosas a los hermanos, servirán bien a Cristo Jesús.

R/. Prescribe estas y enséñalas; sé un modelo para los fieles.

_______________________________

Espero tus comentarios:

jorgeluisapostol @ gmail.com


--
E